Interponen una cámara de aire entre el hornillo y la boquilla, con lo cual entregan una experiencia amortiguada de la pipa, a medio camino de la fumada ligera y fantasiosa del las naguile.
En el arte de fabricar pipas y fumar en ellas, se busca siempre un humo fresco y seco. Estas pipas son muy eficaces en este punto: por sí mismas enfrían notablemente el humo y retienen condensaciones.
Su escasa popularidad quizá no se debe sólo a su mayor complejidad de fabricación y tamaño no tan inmediatamente portátil, sino también a que nos gusta la experiencia intensa de las pipas comunes, y también a que disfrutamos manteniendo el hornillo en el grado correcto de encendido. En una buena pipa podemos con ese solo ejercicio controlar la sequedad y el frescor de la fumada, destreza que toma un tiempo aprender y cuya práctica es sumamente placentera.
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