Liniers, el dibujante argentino, en el primer libro de su encomiable serie Macanudo, anota que un tal Sánchez fuma pipa para parecer más inteligente. Cuando leí esa viñeta por primera vez la leí mal; pensé que Liniers había escrito “para ser más inteligente”. Era buena la idea: fumar requiere un tipo de calma que fomenta el instinto contemplativo.
Si la inteligencia consiste en entender el mundo –en su trama natural y social– y a uno mismo –identificando deseos, miedos y creencias– entonces la contemplación es una condición necesaria –y tal vez suficiente– para conseguir ese entendimiento. Mientras fumamos, acompañados del tranquilo desplazamiento del humo que nos envuelve, observar el transcurso del propio pensamiento de modo controlado se vuelve natural. Quizás en eso consista este vicio de fondo que cuesta tanto dejar: en asistir a esa suerte de teatro donde la inteligencia se ocupa de sí misma, pero de una manera lo suficientemente lenta como para que podamos aprender de ella sin caer en el vértigo de una auto vigilancia que sólo consigue agudizar el ruido interno.
Si la inteligencia consiste en entender el mundo –en su trama natural y social– y a uno mismo –identificando deseos, miedos y creencias– entonces la contemplación es una condición necesaria –y tal vez suficiente– para conseguir ese entendimiento. Mientras fumamos, acompañados del tranquilo desplazamiento del humo que nos envuelve, observar el transcurso del propio pensamiento de modo controlado se vuelve natural. Quizás en eso consista este vicio de fondo que cuesta tanto dejar: en asistir a esa suerte de teatro donde la inteligencia se ocupa de sí misma, pero de una manera lo suficientemente lenta como para que podamos aprender de ella sin caer en el vértigo de una auto vigilancia que sólo consigue agudizar el ruido interno.
igual admito que fumo pipa para parecer un poco + inteligente. Por lo menos así demuestro que no soy tonto.
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