Aquí vemos el prototipo clásico del fumador de cigarrillo. Noten el color amarillento de la piel, las ojeras pronunciadas y el cabello descuidado, seguramente por el hábito de pensar pelotudeces. A estas alturas, los devastadores efectos de la nicotina industrial ya son irreversibles. Aunque quién sabe; tal vez una buena cachetada pueda ayudar a atenuarlos.
Deberían ponerlo en las cajetillas.
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