domingo, 18 de septiembre de 2011

Fútbol, pipas e incienso









Un buen amigo vino a mi casa a ver el partido entre Chile y Venezuela por la Copa América. Tomamos té de rooibos y comimos animadamente de mi queque de zanahoria con nueces (me puso muy contenta que le gustara porque en un principio no lograba la simpatía de muchos). El partido, por desgracia, no avanzaba. Nos metieron un gol y mi amigo se cambió al vino tinto, acompañándolo de unas excelentes aceitunas que él mismo nos trajo. Empatamos. Buena noticia, había que brindar. Pero luego nos volvieron a meter un gol. Qué tragedia.

Fue entonces cuando dijo ‘bueno, ahora no queda más que prender la pipa’ a lo cual respondí sugiriéndole fumar en el patio. Casi afectado de ver que lo tratara como a un descarado fumador de cigarro, me dijo ‘pero ¡¿cómo?! si tú sabes que el humo de la pipa es incienso’. Así fue como terminamos fumando pipa en el living de la casa, viendo cómo el incienso subía por las escaleras y llegaba directo a mi pieza. Debo reconocer, en todo caso, que no se equivocaba. El olor del tabaco de pipa es delicioso, e indiscutidamente mejor que el pasoso incienso. Además, rápidamente calmó los ánimos y logró superar la derrota, pues ¡qué mejor que seguir el ritmo de las bocanadas al que nos obliga la pipa!

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